27 diciembre, 2017

Una ley de Claridad en España

Aunque pueda parecer una broma, en realidad no lo es tanto. Hablo de una hipotética negociación política para dar solución al problema catalán.

No; que nadie tema. Esta entrada no va de buscar culpables de el esperpento que vivimos con consultas absurdas, declaraciones de independencia ridículas, manipulaciones de masas bovinas de uno y otro lado... No; ni tan siquiera va esto de valorar las también ridículas órdenes de prisión cautelar a políticos o las cobardes huidas o las salvajes cargas policiales del 1-O. Y no va de eso, porque todo ello es artificioso y no se centra en la raíz del problema.

Está claro que hace unos pocos años el sentimiento independentista catalán era mucho menor que ahora. Pero estaba ahí. La decisión de Rajoy de contrarrestarlo judiciadizándolo no hizo más que acrecentarlo. Rajoy es una máquina de hacer independentistas. Rajoy consiguió que el problema fuera de mayor dimensión, pero no deja de ser el mismo problema de siempre. Y los problemas en política se resuelven mediante la palabra y la negociación. Y cuanto más tarde se inicie, más difícil se hace.

Y ahora llega la gran pregunta: ¿negociar qué? Bueno, pues, por ejemplo un cambio legal para que un territorio pueda hacer una consulta sobre su futuro a sus habitantes. ¿Por qué no? Claro que, una consulta solo cabe si la papeleta va con una pregunta clara de respuesta binaria. Y para que fuera válida de verdad tendría que darse una participación mínima, clara; y que para ser vinculante, la mayoría favorable a la secesión debe ser rotunda, no un exiguo 51% con una participación del 60%, que equivaldría a un apoyo real y en votos del 30,6% del censo. No sé; se me ocurre: participación mínima 80%, voto favorable a la independencia 65%. Esto garantiza un 52% del censo favorable.

Y esa sería una parte de la negociación. Pero después están las garantías de las mayorías y de las minorías. ¿Qué pasaría si, como realmente ocurre, el área metropolitana de Barcelona dice NO a la secesión y SÍ a seguir formando parte de España? Es de suponer que los independentistas, que piden un respeto por el derecho a decidir, no pondrían trabas a que una parte de lo que ellos consideran su territorio hiciera uso de ese mismo derecho, más después de contados los votos. Habría pues que garantizar esto también.

Estos días se hacen bromas con la hipotética república de Tabarnia. Pero esta aparente tontería inocente, es una carga de profundidad contra los principios básicos del independentismo. La idea, además, parece sacada de La Ley de Claridad canadiense. Canadá fue siempre puesto como ejemplo por los catalanistas, sin darse cuenta de que Canadá está hasta el gorro de consultas en Quebec y lo que hizo fue una ley, aceptada por ambas partes, en la que se establecen los criterios para que una parte del territorio pueda independizarse. No solo Quebec.

Algo que no entiendo, y por lo que no pasaré jamás es por que pueda llegar a otorgarse el derecho a consultar sobre su hipotética independencia a Cataluña y que ese mismo derecho no se extienda a todas las autonomías. Ya tuvimos que tragar por dos niveles autonómicos. Así que, de eso nada. Los Asturianos, por ejemplo, no tienen por qué tener menos derechos que vascos, gallegos, catalanes o andaluces. Es de cajón de pino. ¿O no? Pues ¡hala!, a preparar una ley de Claridad española.

18 diciembre, 2017

Si es mujer, dos besos

Dos besos parece ser la única forma de saludar a una mujer. Ayer me llamó la atención en los prolegómenos del debate en La Sexta sobre Cataluña. Cuando llegó la candidata Arrimadas y salió del coche, los dos hombres que aguardaban a la puerta fueron hacia ella y la saludaron con dos besos, uno primero y otro después. Cuatro en total recibió la señora Arrinadas.

No vi la llegada de los otros candidatos, todos hombres, pero me juego algo algo a que los dos apuestos caballeros que hacían los honores, a ninguno le hicieron ni el ademán de besarlo. ¿Por qué esto? ¿Es que a la mujer no se le puede tender la mano y saludarla con un simple apretón, como a cualquier persona? ¿Por qué, cuando le presentan a un hombre una mujer, tanto ella como él, ejecutan la danza del beso? Pues no lo sé, pero se fue instaurando la costumbre y ahora es lo usual.

Pues a mi, que me gusta ir a contrapelo si la ocasión lo merece, desde siempre, cuando me presentan por primera vez a una mujer, a una señora, simplemente le tiendo mi mano y le sonrío mientras le digo algo educado. Lo lamento pero saludar con besos a una mujer, más si se trata de un cargo público u ostenta representatividad en ese momento, me parece una mala idea y un gesto deferente, machista e irrespetuoso. Seguro que si en lugar de la candidata Arrimadas fuera Angela Merkel la cosa habría sido diferente.

Y es que los hombres caemos constantemente en cositas de este tipo. No aprendemos. Y a las mujeres, un toque de atención... Tiendan la mano en lugar de ofrecer el carrillo.

15 diciembre, 2017

Los juicios previos

Los juicios previos tienen peligro, mucho  peligro.

Rodrigo Lanza Huidobro, a la sazón nieto de un fascista recalcitrante, aunque eso es puramente circunstancial, fue acusado por la policía de dejar tetraplégico de una «pedrada» a un guardia urbano de Barcelona en un desalojo de un local de okupas. Al parecer, la familia movió sus contactos de alto nivel en Chile para intentar salvar a Rodrigo de un más que probable largo tiempo en prisión, aunque no consiguió librarlo de una condena de seis años.

Por otra parte el movimiento okupa es algo que despierta simpatías en mucha gente. Yo no rechazo algunas de sus actuaciones, pero esto es otro asunto. En aquel caso los jóvenes ocupaban un local municipal y se les desalojó durante una fiesta y hubo unos cuantos detenidos. Algo que no gustó nada a la esfera de Podemos que, en aquel momento, abrazaba todo lo que sonara a alternativo, como el movimiento okupa.

Para echar más leña al fuego, una película, «Ciutat morta» pone en entredicho la actuación policial y judicial en aquel caso. Acusa la policía (guardia urbana) de torturar indiscriminadamente a los jóvenes acusados, y a dos más que no tenían nada que ver, uno de ellos, una chica, acabó suicidándose tras salir de la cárcel. Según se explica en la película, el guardia quedó tetraplégico porque le cayó una maceta. El documental fue ampliamente difundido y participó en numerosos festivales y obtuvo varios premios.

La policía (guardia urbana) salía muy malparada. Todo coincidía en el tiempo con algunos casos escabrosos entre agentes. Así que, los acusados, entre los que estaba Rodrigo, salieron en el famoso documental como víctimas propiciatorias. Las redes sociales echaron humo. Hubo tweets favorables de todo hijo de vecino interesado en lo alternativo. Ada Colau seguro que estará lamentando ahora haber dejado correr sus dedos por el teclado.

Ahora, sin embargo, todo el mundo guarda silencio. Rodrigo salió de prisión tras cumplir su condena y se fue a vivir a Zaragoza. Hace unos días se encontró con un falangista que llevaba tirantes con los colores de la bandera de España. Lo llamó facha y, cuando el hombre salía del local, le dio dos golpes en la cabeza con un objeto contundente que le ocasionaron la muerte cerebral primero y la muerte después.

Todos sabemos que la policía tiene cosas que ocultar y que, en muchas ocasiones se extralimita, lo cual es absolutamente inadmisible. Pero, en el otro lado, entre los activistas, pulula también gente que, como puede verse, tiene bastante peligro. Ahora, insisto, todo el mundo guarda silencio y los políticos que apoyaron a los jóvenes detenidos, ahora en campaña electoral, no contestan a preguntas sobre el particular.

14 diciembre, 2017

Hacia el abismo

Cuando la tasa de natalidad es menor que la de mortalidad en un país, algo grave pasa. En España se da este caso, según los últimos datos del INE. El último año las muertes superaron a los nacimientos en más de 32.000 personas.

Lo que esto quiere decir es que, de seguir esta tendencia, el estado de bienestar, ya precario, será completamente insostenible. Y para remediar el problema solo hay dos soluciones: fomentar la natalidad, fomentar la entrada de población extranjera (inmigración), o ambas a la vez.

Claro que en España esto es prácticamente imposible por razón de que el alto paro estructural hace inviable la generación empleo suficiente y, por consiguiente, de dinero para, mediante tasas o impuestos mantener de nuestro actual sistema: pensiones, sanidad, protección social, etc. en el futuro.

Dicen en el PP que la crisis está quedando atrás. Puede que sea cierto en el mundo financiero, pero en el mundo real, la gente que trabaja, aunque es mayor en número, no hace muchas más horas que en los peores momentos de la crisis. O sea, el empleo es más precario, de peor calidad y peor pagado. Esto es bueno para el capital, pero malo para el trabajador. Pero, como los impuestos sobre el capital y sobre los beneficios empresariales son menos fuertes que sobre las rentas del trabajo, pues la recaudación no es la que debería ser en un estado equilibrado.

La cuestión es que la natalidad decrece porque nadie en su sano juicio se permite tener hijos en una situación laboral precaria y en un país donde la protección a la mujer respecto a la maternidad es lamentable. Todos conocemos casos en los que mujeres tienen serias dificultades para conservar su puesto de trabajo si se quedan embarazadas.

Este gobierno y otros anteriores tuvieron en la mano articular leyes decentes para la maternidad y para la dignificación de las relaciones laborales. Pero no lo han hecho. El PP ha conseguido con la precarización del empleo que España emprender una senda hacia el abismo.

En un futuro no muy lejano los empresarios tendrán dificultades, porque basar el beneficio en el empobrecimiento de la mano de obra es insano. La cualificada huirá y la no cualificada no dará una pedalada de más por la empresa. O sea, lo lógico. Y como las parejas no tendrán hijos, pues las pensiones tendrán que bajar y bajar. Así que, no va a haber problema. Los jubilados se morirán de hambre, en la calle no jugarán los chiquillos y en el PP estarán encantados. ¿No es estupendo?

12 diciembre, 2017

La estupidez en grado superlativo

Me pregunto cómo nadie puede, a día de hoy, instar al Parlamento Europeo a que no sean obligatorias las vacunaciones, o tacharlas de prácticas de riesgo. Tiene que tratarse, está claro, de alguien con pocas luces. Pero, cuando uno mira la biografía de Lidia Senra se entiende un poco.

Esta mujer, por formación, no está cualificada para hacer según qué preguntas. Dudo mucho que ella entienda cómo funciona una vacuna y que significa riesgo en estos casos. Es sencillamente una imprudente.

En el otro lado, su partido se desmarca de ella. Dice que no lo colegió con nadie, no que la pregunta sea una estupidez.

¿Nos vamos dando cuenta de adónde conducen, o pueden conducir, las listas, igual da que sean abiertas que cerradas? Pues eso.

La importancia de los esfínteres

El muy supremacista profesor de la UB Jordi Hernández Borrell, en un tweet (cuidado con Twitter que lo carga el diablo), embiste contra Miguel Iceta. Lo llama impostor, ignorante y demagogo y dice que baila al son de Ciudadanos y del PP y que es un ser repugnante. Podría haberse quedado ahí. Pero por el medio, Hernández afirma que, además tiene los «esfínteres dilatados». No especifica qué esfínteres en concreto.

El amigo Hernández (él no utiliza su primer apellido en Twitter..., el pedigrí, ya se sabe) es además el director del Instituto de Nanociencia y Nanotecnología. Y por lo que se ve es portador de un nanocerebro y un nanosentido común. Este disminuido mental no se da cuenta de la importancia de los esfínteres en el cuerpo humano. Los esfínteres controlan los reflujos, el paso de algunas secreciones glandulares, la salida de la orina y del bolo fecal. Bolo es precisamente como en Toledo llamarían a este tipo.

Siempre sostuve, y nunca me canso de decir que los nacionalismos generan odio, que son excluyentes y que solo conducen a la catástrofe (el nacionalismo español, también), y que, además, se escriben con Z: naZionalismo. El comentario de los esfínteres es digno de un nazi. Hernandez no es más que un nazi. Conviene empezar a llamar a las cosas por su nombre.