10 septiembre, 2016

Tortura

El electorado español llevará diez meses sometido a suplicio. Fue llamado el pasado 20 de diciembre de 2015 a las urnas y manifestó su voluntad. La voluntad del pueblo es, o debe ser, entendida como el resultado del recuento de votos. En aquel caso dio un fuerte palo al bipartidismo. aparecieron cuatro actores de mayor o menor relevancia para la representación, pero cuatro. Sin embargo, unos y otros interpretaron su papel equivocadamente. No es cuestión aquí de incidir en qué se equivocaron porque ya está muy dicho y los análisis son tan variados como los analistas. Pero el resultado de sus errores fue que se tuvieron que convocar segundas elecciones.

El 26 J, tal como se preveía las cosas siguieron igual, con cuatro actores y solo un no muy significativo baile de escaños hacia el PP, fruto de la «amenaza» por la absorción de IU por parte de Podemos. Pero, en esencia, todo igual, el mismo reparto, y los mismos problemas, el más importante: ni derechas ni izquierdas suman mayoría suficiente. Bueno, en realidad, si consideramos a Ciudadanos derechas, si suman. Pero las derechas nacionalistas no se llevan bien con las españolistas: una simple cuestión de intereses, porque, los objetivos son los mismos.

A todo esto, los ciudadanos, que habían resistido los primeros momentos del suplicio bastante bien, ya empezaron a quejarse al ver que pasaba el verano y aquí todo seguía igual: la gente trabajando, los que tienen trabajo, y los políticos tocando el violón y cobrando su salario, a pesar de no hacer su trabajo, un asunto este para pensárselo, lo de no pagarles hasta que no ofrezcan resultados. El dolor infligido ya empezaba a ser difícilmente soportable. entonces llegó el alivio con el intento de investidura de Rajoy, apoyado por Ciudadanos. Pero la cosa falló.

Ahora parece que hay movimientos en el otro sentido: el PSOE lo quiere intentar y Podemos, ofrece su mano (garra) tendida. Pero hace falta convencer a Ciudadanos para que, al menos, se abstenga. Pero Iglesias y Rivera, como Rajoy y Sánchez, tienen poca o nula afinidad personal, se les ve, más que adversarios parecen enemigos, y eso es un grave error. No obstante, si nace una alianza entre PSOE y Podemos, el partido de Rivera debería abstenerse, como debió haberlo hecho el de Iglesias en su momento. Así demostraría esa responsabilidad para con el país que dice tener, al contrario que otros. Será una buena ocasión de demostrarlo.

No obstante todo lo anterior, el riesgo de elecciones sigue ahí. Nadie parece haber entendido que a los electores se les está sometiendo a tortura, y que llamarlos una tercera vez, aparte de un fracaso rotundo de todos y cada uno de los partidos nacionales (los nacionalistas van a lo suyo) sería como hacerlos tragar su propio vómito.

Es por lo tanto urgente hacer un gobierno, de la forma que sea; no importa demasiado porque el poder lo tiene en todos los casos el Parlamento. Pero es necesario estabilizar las cosas para que el estado funcione y para que la Unión Europea se normalice (España es la 3ª o 4ª economía de la zona Euro). La legislatura sería corta en cualquier caso, pero sería un respiro para que los partidos se regeneren (PP), se estabilicen (Ciudadanos) o reparen sus rotos internos (PSOE y Podemos) y la sociedad descanse. No se debe abusar del tormento para hacer hablar al reo; si muere, no dirá nada. No se puede llamar por tercera vez a elecciones, so pena de que una enorme masa de votantes decidan no acudir, transidos y hartos de tanto padecimiento.


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