27 septiembre, 2016

Sánchez decide pelear

Los resultados del PSOE en las últimas autonómicas no son culpa de su secretario general. Ni tampoco lo son los malos resultados obtenidos en todas las elecciones desde que hace un par de años Pedro Sánchez está al frente del partido. Desde luego que, como todos y cada uno de los dirigentes, de los militantes, de los simpatizantes, él tiene una parte de responsabilidad. Pero la causa de los deprimentes resultados no es otra cosa que el alejamiento de todo el PSOE de su electorado. Un alejamiento que viene ya desde antes de Zapatero.

Hubo con Zapatero un cierto acercamiento, más del elector al partido que del partido al elector. Más por causa del intento de mentira urdido por al PP tras el 11M que por una ilusión por una nueva forma de gobernar. «No nos falles», gritaban a la puerta de Ferraz los jóvenes después de la victoria de Zapatero. Pero falló; falló estrepitosamente. En lugar de hacer lo necesario para preparar a este país para una crisis que se veía venir, inició, a instancias del partido, una huida hacia delante con el único fin de no perder votos, un camino que llegó al paroxismo al negar una crisis que ya todo el mundo sentía en la nuca. Todo el mundo menos él y los dirigentes del PSOE, que querían seguir en sus baronías, secretarías y sinecuras sin importarles otra cosa.

Y el PSOE sigue siendo así en sus órganos locales, federales y centrales, un partido plagado de trepas y advenedizos. Se aceptó a regañadientes dar la palabra a los militantes para nombrar al Secretario General, y apareció un tipo, Sánchez, que sabiendo que aquello iba a ser de aquella manera se recorrió el país de punta a punta recabando apoyos entre las bases. Pedro Sánchez no le debe su cargo a nadie, lo que lo convertía en un tipo peligroso para el «aparato» federal y central que tenían otro concepto de como había que llegar a liderar el partido. Un concepto del que Andalucía es un claro exponente: una mujer sin oficio ni beneficio, cuyo único mérito es haber estado siempre en el partido y que en su vida dio un palo al agua que no fuera dentro de la organización para trepar es quien lidera la federación. Y este es el modelo que quiere el sector «crítico». Ni más, ni menos.

El intento de culpar a Sánchez y pedirle responsabilidades por los malos resultados es nada más que una muestra de la incapacidad de un partido para hacer autocrítica y de la necesidad que tienen algunos dentro del mismo de que nada cambie, de que cada uno conserve su feudo o su cargo, del que vive. Se elimina a Sánchez, se vuelve a la unión, se calman las aguas internas y malo será que no se mejoren los resultados aunque sea algo. No importa quién ni cómo gobierne, en la oposición se está estupendamente, y a lo mejor un día suena la flauta y los electores que ahora dan su voto a Podemos, o se abstienen, por alguna carambola del destino o por errores de los chicos de Iglesias, vuelven a votar socialista.

Sánchez ha hecho bien en hacer que el personal se retrate en un congreso y en no aceptar ser culpable de la negativa de la gente a votar a un PSOE con mil voces y en el que el líder está sometido a constante crítica por parte de sus compañeros. Tiene toda la razón: si alguien tiene un proyecto mejor, que salga y lo explique, primero, que vaya a primarias para la secretaría general, y luego en un congreso. Y si el Comité Federal no quiere que se haga un congreso, porque no le convenga a Susana y a unos cuantos más, tendrán que votarlo con claridad en el comité. Y aún así, si el Comité Federal decide no ir a un Congreso, Sánchez no dimitirá. Siempre le queda la consulta a la militancia, que fue quien le puso, a ver si quieren que siga, o que lo deje. El PSOE es de sus afiliados y militantes, no de unas cuantas docenas de bonvivants. Esos son los poderes de Pedro Sánchez. A ver quién da más.

Así que tendrán que ser otros, sí la jugada le sale al amigo Pedro, quienes resuelvan lo de impedir las terceras elecciones. Para este país es mucho más importante tener un partido socialdemócrata renovado, limpio y con un proyecto alternativo que evitar otra convocatoria. Me pregunto qué pasaría con el PSOE si se va a elecciones tras un congreso que hubiera puesto en su sitio a tanto golfo que se dice socialista. A lo mejor, milagrosamente, los votos regresan para quedarse. Quién sabe.

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