11 julio, 2016

Legislen de verdad contra la violencia machista

Judith y Holofernes (Caravaggio)
Cuando se oye una noticia de que alguna mujer fue violada, agredida en plena calle, acuchillada, tiroteada, pateada o lo que se quiera. La sensación que se tiene es la de que las penas contra la violencia machista no son suficientemente fuertes, más, cuando esta es ejercida de manera brutal y es notoria la acción del «macho».

De lo que se trata es de que el que lo hace sepa a qué se arriesga. El machista asesino, el violador, no es más que un chulo sin posibilidad de rehabilitación; por lo tanto, la cárcel debe ser un lugar únicamente de castigo. Quién mata a su pareja femenina porque cree que es suya no tiene reeducación posible. El machista asesino no es solo un delincuente, es un miserable. Y lo mismo debe rezar para los delitos de agresión sexual como los producidos estos días en los Sanfermines. Una violación en grupo probada y registrada en los móviles no puede verse saldada con una pena menor. A los violadores deben temblarles las rodillas al escuchar el veredicto.

Aquí no estamos hablando de casos de la violencia de pareja, del tipo que sea, que puede darse entre ambos miembros. Todos hemos visto y seguramente conocemos parejas que se maltratan, que se perdieron el respeto y que, a menudo, no se soportan y se dañan. Parejas que no se separan porque no disponen de medios económicos ni, muchas veces, de resortes culturales. Los resultados de este tipo de violencia son también letales a veces, y casi siempre para la mujer, pero debe distinguirse entre violencia de pareja y violencia machista. La violencia machista es la que ejerce un indeseable, o varios contra una mujer por el mero hecho de serlo. El machismo se distingue bien, es como el racismo. Una pelea entre un blanco y un negro en una discoteca no tiene que ser una agresión racista, pero una paliza a un negro con bates de beisbol sí. No sé si me explico. Son cosas diferentes y requieren leyes diferentes.

Cabeza de Holofernes en detalle
Es contra la violencia machista contra la que hay que actuar con contundencia. Hay quien dice que si la educación, que sí la cultura... Sí, eso también. Pero primero, antes de nada, los machos que por ahí andan sueltos estaría bien que supieran que las leyes que se les aplicarán serán rígidas, pétreas. Para los machistas no debe haber ni piedad ni perdón. Un machista no es un inadaptado, es un ser despreciable y la sociedad no tiene por qué ser compasiva con él. No se distingue en nada de un terrorista de la peor calaña, porque en su cabeza la mujer no es una persona sino un objeto, un instrumento. Lo mismo que las víctimas para los terroristas.

Estos días hubo un brote tremendamente virulento de machismo de la peor especie. Invito a quien lea esta entrada que piense que pena querría para los violadores de Pamplona si la chica violada fuera su hija, o si lo fuera la última mujer asesinada. ¿Ya está pensado? Pues eso.


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