28 junio, 2016

Tiempo de análisis del 26 J

Las compañías demoscópicas patinaron de manera estrepitosa. Más atentas al negocio de mantener tensionado el ambiente para que se lean periódicos y se consuma televisión, se olvidaron de hacer su verdadero trabajo: aproximar la realidad. Estoy convencido de que preveían que el resultado que se dio podía darse, pero prefirieron no difundirlo. Ellas sabrán por qué.

Sin necesidad de hacer encuestas, en una entrada anterior de este blog, IU digerida, se anticipó que el PP podía obtener mejores resultados y que Unidos Podemos no tenía por qué representar una suma de sufragios de IU + Podemos. Ambas cosas ocurrieron. Los votantes del PP salieron en tromba, de la abstención algunos y del redil de Ciudadanos otros, para votar a su partido, o mejor, para votar contra la más que previsible, según las encuestas, entrada en escena de los «radicales»... No era difícil de prever. La derecha de este país es así. Y esto no lo contemplaron los estadísticos porque estaban tan centrados en mirar los números que dejaron de observar el ambiente, un grave error.

Tratemos de entender un poco mejor lo que pasó con Unidos Podemos. La coalición perdió no solo los más de 900.000 votos que eran de IU en diciembre, sino otros 150.000 adicionales. Los órganos directivos de UP están buscando el porqué, el dónde está claro: en todo el territorio nacional. No hubo ni na sola autonomía donde no se perdieran votos respecto a la suma de resultados de ambas formaciones el 20 D. Como muestra: Madrid 210.000, Cataluña 80.000, Valencia  125.000, Galicia 65000, Andalucía 218.000, y así sucesivamente. Unidos Podemos se desangró. Pero no parece plausible achacar toda esta sangría al pacto con IU. Es probable que los electores hayan pasado factura, por ejemplo, por haberse negado a sacar al PP de la Moncloa y provocar nuevas elecciones.

Es verdad que era un asunto difícilmente asumible: abstenerse a un pacto PSOE - Ciudadanos. Pero, a veces, en política hay que elegir el menor de los males posibles, y está claro que aquel era un mal menor en comparación con el riesgo de que el PP se reforzara, como así ocurrió. Los electores, probablemente, también hicieron pagar a UP la arrogancia displicente de Iglesias al poner condiciones leoninas: vicepresidencia y principales ministerios, para empezar a hablar con el PSOE, amen del gesto de deslealtad y mala educación de comunicarlo a los medios sin haberlo tratado previamente con los socialistas y mientras Sánchez estaba reunido con el rey. Ya se oyen voces en Podemos sobre estos errores. También hay quien culpa a Errejón, jefe de la campaña, del fiasco para proteger a Iglesias. Mal asunto, los gatos empiezan a reñir.

¿Por qué lo antedicho pudo pasar factura a Unidos Podemos? Bien, no es difícil de explicar. Podemos entra en el espectro político y toma como fuente de votos el desencanto de los electores con el PSOE principalmente, casi todos en posición de abstención. No hay que olvidar que el PSOE tuvo 11 millones de votos, es decir que hay mucho votante socialista oculto, y casi todo en Podemos (algo también en Ciudadano)s. Este elector progresista no aceptó la postura de Podemos con el PSOE ni que Podemos optara por nuevas eleciones en lugar de quitar al PP. Lo mismo que el votante, y ojo que digo el votante, no el militante, de IU no aceptó que se entregase a su partido a Podemos. Parece bastante claro. El voto perdido de Unidos Podemos está en la abstención, que aumentó en 1.200.000 electores, justamente lo que perdió Unidos Podemos. No hay que buscar mucho más.

Lo del PSOE merece una entrada aparte. Perdió 105.000 votos. Pero estos son el resultado de fuertes bajadas en algunos territorios (Andalucía, Cataluña, Castilla la Mancha y Extremadura suman 160.000 votos perdidos) compensadas por subidas en otros. Va a ser interesante ver como Susana Díaz explica en el Congreso del partido que perdió 80.000 sufragios y cómo se le tira al cuello la federación madrileña que ganó casi 40.000. Pero esto será para otra entrada. Hoy con lo dicho es suficiente.

1 comentario:

José María Rozada Martínez dijo...

Vuelvo a estar de acuerdo, aunque también habría que considerar los contenidos de los programas, en su literalidad o tal como son percibidos por el electorado. En la corteza de la Tierra, tras la acumulación de tensiones se produce un movimiento sísmico, luego, las plazas se van asentando para un tiempo más o menos largo. Quizás ocurrió algo parecido, y es que el electorado se está asentando en posiciones más acordes con sus intereses reales o percibidos. España sigue siendo un país más cercano política y sociológicamente a Europa que a Latinoamérica, de modo que no es fácil que movimientos que prosperaron allí lo hagan aquí con similar facilidad. ¿Qué tiene que ver la plana mayor de Unidos Podemos cantando puño en alto "El pueblo unido jamás será vencido", como hicieron en la noche electoral, con la sociedad real española? Su mayor error, creo yo, es el de confundir su discurso catastrofista acerca de la sociedad española con la realidad de la calle.
También estuvo, como cuestión inmediata, el repentino desprestigio en el que, tras el sí al Brexit, cayó la idea de que un referéndum soluciona algo. Mucha gente se ha dado cuenta de que simplemente puede no servir para otra cosa que para responder a un problema creando otro u otros muchos.