17 junio, 2016

¿Despertará el león sindical?

Hace unos días tuve una fuerte polémica en las redes sociales a causa de una dura crítica que hice a los sindicatos españoles por sus tibias actitudes frente a los abusos que desde el gobierno se cometían, todo al hilo de la fuerte reacción de los sindicatos franceses ante la reforma laboral que se quiere imponer en el país vecino.  En seguida salieron en tromba defensores de la acción de los sindicatos. De la acción en esta comarca, en esta región, Asturias, cuna del sindicalismo en España. Sin embargo, erraron el tiro, porque mi ácida crítica iba para la parte alta de las organizaciones, que es donde se decide la acción contra las agresiones del Gobierno a los trabajadores, no para el sindicalismo de a pie, eso es de otra guerra, en la que tal vez no sea el momento de entrar.

Martinez, líder de la CGT francesa
Los sindicatos actuaron de manera desapasionada ante la última reforma laboral: un día de huelga general, una manifestación, y poco más. Y para qué hablar de su reacción a la pérdida de cobertura social de los parados. Su reacción fue ninguna, o si hubo alguna, se oyó poco. Ante una situación de años de bajada salarial generalizada, de reparto de la miseria del empleo, de caída de las cotizaciones a la Seguridad Social, se esperaba una fortísima contestación sindical, que no se dio. ¿Por qué? Pues no se sabe. Yo, por lo menos, no le encuentro explicación.

Es posible que las centrales estén tocadas por los escándalos de corrupción. De hecho así es. También es posible que no sean secundadas tan masivamente como sería deseable por los trabajadores en sus convocatorias (la huelga general de 2012 fue un fracaso), que también es así. Sí, los Sindicatos han perdido influencia social. Pero ellos son los únicos responsables.

Los sindicatos solo representan a la parte «organizada» del sistema laboral: grandes industrias, grandes compañías no industriales y administración. Pero el tejido laboral español está imbricado mucho más profundamente: pequeñas o muy pequeñas empresas, comercio, hostelería, autónomos...  Ahí está el grueso de la mano de obra. Una amplia mayoría laboral para la que se mira poco o nada, sin voz, y que está completamente desamparada y sin representación. Esta es la razón por la que los Sindicatos, según el CIS son de la tercera institución peor valorada. Y esta es la razón de que no sean capaces de movilizar a la gente. Solo parecen representar a una parte de la masa laboral.

Ahora, sin embargo parece verse una luz en la lejanía, el sindicalismo reacciona ante las próximas elecciones. Las centrales fuertes, UGT y CCOO, se desperezan y emiten un documento realmente importante y con fuerte carga política: 20 actuaciones urgentes por el progreso y el bienestar social. En él se recoge la voluntad sindical de cambiar las cosas y se siente la fuerza contenida de unas organizaciones heridas y ninguneadas durante demasiado tiempo. Vale la pena echarle un vistazo.

España merece unos sindicatos fuertes y enraizados en la sociedad. Unos sindicatos cuya acción se extienda no solo a su representación tradicional sino a todos los trabajadores, incluidos los autónomos. Las Centrales Sindicales fueron en otros momentos un pilar importante en la consolidación de derechos. Pero el león se durmió y los derechos empezaron a desaparecer. Ahora parece que el león se despereza y que puede haber un otoño, no caliente, sino tórrido. Si todavía puede rugir la fiera, tal vez no sea demasiado tarde.


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