13 marzo, 2016

Entre la merde et le WhatsApp

Son ya demasiadas las meteduras de pata de personajes públicos en las redes sociales. No voy a decir nada de la parte boba de la sociedad, la gente del Sálvame, futbolistas y toda mugre, que no tienen otra cosa que hacer, o que es lo que les encargan desde su empresa: decir chorradas para que marujas y marujos consuman telecinco. Pero si diré algo, y ácido respecto a personajes que forman parte de la estructura del estado: políticos, reyes y reinas.

A ver si se me entiende. En el debate este de investidura que tuvimos, no se al resto del personal, pero  a un servidor le ponía de los nervios ver a buena parte del rebaño de diputados electos estuviese más pendientes de su móvil que de lo que decía quien estaba en la tribuna. O sea, que en este puto país, con estos putos políticos poco, o nada, cuenta la educación: «qué va a decir este, que no es de los míos, además ya contesta el jefe». Aunque, a veces es el propio jefe el que está en esas displicentes prácticas. O sea, les pagamos para que vayan al parlamento a legislar y gastan el tiempo en poner tweets. Debo ser yo, que me estoy quedando antiguo, pero tengo la impresión de que estos chicos no saben lo que cuestan ni la responsabilidad que tienen.

Y lo mismo los otros chicos, el rey y la reina. No se si es que trabajar en la realeza atonta, pero lo parece. Para qué coño quieren unos reyes estar en un grupo de WhatsApp. Qué coño le tiene que decir esta señora a un tipo, por muy buenos apellidos que tenga, sobre un asunto como el de las tarjetas opacas, que le revuelve las tripas a millones de personas, y que, de poder hacerlo, solucionarían colgando de los faroles a todo poseedor de las mismas. Qué pintan estos muchachos, el rey y la reina hablando de ello con esa, real, y estúpida, frivolidad. ¿Dónde está el estilo, la elegancia, la discreción? «Fíjate tú, Maripuri; el rey y la reina meten los dedos en el WhatsApp, como nosotras, qué majetes, y Letizia hace yoga de ese»
Fuente: El Diario

Lo malo de ser rey, o reina, es que hay que estar permanentemente guardando las formas y dando ejemplo, lo bueno, que se cobra una pasta, que es un trabajo para toda la vida, que se vive de puta madre, y, como ventaja social adicional, que el chollo pasa a tus hijos, que accederán al oficio sin pasar examen. Así que, por favor, déjense ustedes de hacer gilitonteces y de «compis yoguis» y «comiditas» con presuntos delincuentes, y pónganse a trabajar. No hagan como los diputados y senadores.

Debería haber un examen para la gente que usa las redes sociales, especialmente las de mensajería instantánea (WhatsApp) o las de notificación de estado (Twitter). Resultan altamente peligrosas si no se usan adecuadamente. Sobre todo porque cualquier piernas puede conseguir información sobre ellas. Y es una tontería exigir intimidad en un espacio en el que uno se expone a todos de manera voluntaria. Si no quieres que te lean los mensajes, pasa de los servicios de mensajería, o úsalos lo mínimo. Y si no quieres arrepentirte por piar demasiado, usa Twitter con moderación. «Más vale poco y bueno que mucho y malo»


1 comentario:

José María Rozada Martínez dijo...

De acuerdo, Jesús. Y añado a tu crítica la que merece la pléyade de imbéciles que rinden culto a la mensajería tan instantánea y breve como vacía reproducida en los medios de comunicación tradicionales (prensa, radio y televisión). A ellos no, claro, sino a las manos que los manejan. Me saca de quicio ese estar pasando constantemente en pantalla los mensajes que reciben, tan simplitas como las mentes de quienes los envían, ejemplos de burda manipulación, que ocupan un lugar tan destacado como el del comentario más elaborado. Basta con escribir una mamonada, tener suerte para que te pongan y ¡hala!, directamente a la pantalla, a las ondas o a las páginas. Inaudito, la verdad. Y es que no solo estamos en manos de políticos de bajísimo nivel, sino que los periodistas están aún muy por debajo. Comentario aparte, aunque no más favorable, merecerían los tertulianos, pero mejor dejarlo para otro día.