15 septiembre, 2015

La falta de coraje

Los verdugos de Tordesillas muestran una evidente falta de coraje al linchar a un animal indefenso de la manera que lo hacen. Ellos creen que el toro es una fiera cornuda que, por el mero hecho de serlo, debe ser alanceada, lo cual demuestra un grado de necedad que raya en la insensatez más absoluta. Pero da igual. La cuestión es que por muchos calificativos que se les ponga a estos mentecatos; por mucho que se diga de malo sobre Tordesillas y de sus vecinos por consentidores o por cómplices, unos cuantos tipos bien provistos de objetos punzantes van a martirizar a un animal de la manera más cruel y cobarde imaginable.

Cada año es lo mismo (ya resulta aburrido): manifestaciones, editoriales en los periódicos de mayor tirada, viñetas alusivas de Forges y otros... Hasta una entrada en este poco influyente blog (aquí y aquí). Nada. Los valientes habitantes de Tordesillas se lo pasan por sus bien colocados y redondos testículos. Y se lo pasan porque implícitamente cuentan con todos los apoyos políticos y administrativos. Absolutamente con todos. La junta de Castilla León, la Delegación del Gobierno, el Ayuntamiento, la Diputación... Todos callan. Ninguno dice: ¡basta, hasta aquí hemos llegado! Lo cual quiere decir que asienten a este esperpento.

¿Quién puede entonces hacer algo? Vamos a ver. Poder, poder..., todos, ahora..., ¿querer? Eso es otra cosa. La clave está, como siempre en este país en los Partidos Políticos, en especial en el PP y en el PSOE. En el PP, ya se sabe que son muy taurinos, aunque me consta que algunos abominan de esta fiesta en general, y del Toro de la Vega en particular. Pero el PSOE tiene que hacer algo, y de hecho puede hacerlo. El PSOE está lleno de militantes y simpatizantes que son contrarios a estos circos. El mismo secretario general dice estarlo. Pero en el PSOE también falta coraje. A Pedro Sánchez le falta valor para hacer lo correcto. Y lo correcto es expulsar del partido al alcalde de Tordesillas. Directamente, sin anestesia, alanceado con la deshonra. No tiene que haber dudas. El PSOE no puede acoger en sus filas a individuos de ese pelaje.

Pedro Sánchez es un pusilánime. Pedro Sánchez parece desconocer la importancia de los gestos en política. Es el secretario general con más poder en la historia del PSOE. Fue votado por los militantes en voto directo en primarias limpias. Es una paparrucha aquello de que tuvo el apoyo de este o de aquella. Lo votó el militante, y al final nadie te ordena qué votar, a no ser que seas imbécil, claro. Pedro Sánchez tiene el poder y debe ejercerlo. Tiene, obligatoriamente, que echar del partido al alcalde de Tordesillas, para siempre. ¿Por qué no lo hace? Pues probablemente por interés electoral.

El PSOE de Andalucía no está, casi seguro, por la labor de que se abra un melón que puede derivar en que se cuestione la tauromaquia en general. Saben que si entran ahí perderán muchos votos. Y ahí está el problema. Los votos son más importantes que el hecho de hacer lo correcto. Por eso Sánchez solo amaga. Dice que no es taurino, pero respeta... Que prohibirá lo del Toro de la Vega si es presidente, pero solo promete. En definitiva, que esto va a seguir porque este país, España, sigue siendo un lugar en que los cobardes están en el poder y para conservarlo satisfacen los caprichos de su electorado más primitivo e ignorante. Por eso tenemos esta vergüenza de país.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Aclaro en primer lugar para evitar malentendidos que ni me gusta la tauromaquia, ni voy (ni fuí) a los toros y que es un espectáculo que me desagrada. Ahora bien, entre el Toro de la Vega y los pases del torero en una plaza de toros hay bastante diferencia. El primero es una salvajada sin más. No hay otro apelativo, ni argumentos alguno que sirva para excusar tal comportamiento humano sobre un toro indefenso en esta deplorable fiesta.
Lo de lo Tauromaquia es una de nuestras tradiciones (considerada por muchos como Fiesta Nacional), aunque, repito, yo no la soporto.
Sobre esta última dejaría que las personas decidan si desean acudir o no a una corrida de toros, pero no la prohibiría. Desde el poder político se podría evitar la emisión televisión de dicho festejo, además de aleccionar desde los medios sociales el poco edificante espectáculo que se ofrece tras picar, banderillear, estoquear y usar la puntilla sobre un animal indefenso y nerviosísimo por estar fuera de su habitat habitual (cualquiera que haya visto un toro bravo en una dehesa comprobará que es un animal manso y no uno desenfrenado de quinientos kilogramos de peso que eleva su cornamenta a diestro y siniestro como signo de defensa hacia estímulos externos que entiende como amenazadores). Espero que algún día cualquier forma de trato cruel a un animal -el que sea- pueda ser ilegal y penado. Mientras tanto, que la gente decida qué hace librementte. A. Sierra

José María Rozada Martínez dijo...

¿Y yo, que llevo la contradicción dentro? Al mismo tiempo me ocurre que siento admiración por el arte de la tauromaquia (nada que ver con el abominable festejo de Tordesillas, por supuesto) y piedad por el animal que va a morir, sobre todo en los últimos momentos, cuando está malherido y percibe, como cualquier ser vivo "sintiente", la cercanía de la muerte. Una contradicción que está presente intrínsecamente en el individuo y en la sociedad. Por ejemplo, me encanta la buena carne, y no digamos el jamón ibérico, sin embargo sé que los animales han de ser sacrificados para que yo los paladee. Y sé también que se les mata mucho menos incruentamente de lo que nos gusta suponer. Dicen quienes lo han estudiado, que los animales perciben perfectamente la proximidad del matadero, de la canicería de la que van a ser objeto, en cuanto los camiones les acercan al lugar donde van a ser sacrificados; sencillamente porque perciben el olor de sus congéneres muertos. Dicho esto, apoyo la prohibición del Toro de la Vega. Para hacer tortilla hay que romper algún huevo. Aunque también fomentaría un debate y tal vez una consulta en el Municipio. Además de prohibir hay que educar, y esto segundo va más despacio. No se confunda con lo que hacen los medios, que pueden cambiar opiniones en horas veinticuatro, pero manipulando.

Jesús Arribas dijo...

Gracias por su comentario, José María.

Es innegable que la tauromaquia es toda una «ciencia». Picasso, Goya y otros plasmaron momentos de la lidia que están en la retina social de este país. Sin embargo, no por ello debe dejarse de lado la apertura de un debate serio sobre el asunto. Un debate general sobre qué es y qué no es maltrato y sufrimiento animal, esto incluye también a la caza, y por supuesto a las prácticas de cría y sacrificio de especies para el consumo humano (hay una directiva de la UE a este respecto).
Personalmente opino que las corridas de toros deben ser eliminadas. Cae de cajón que el martirio de un animal, un mamífero, que sufre los mismos dolores que podría sufrir un hombre en la misma situación, es una aberración en estos tiempos; un resto de un pasado en el que los espectáculos de este estilo, incluso con personas (ejecuciones públicas, autos de fe, etc), eran el único entretenimiento en una época oscura.
Tordesillas no debería poder hacer lo que hace. Nada de votaciones populares, las leyes tienen que reflejar la norma basada en lo correcto. Hay cosas por las que no se pregunta. Por ejemplo: nadie preguntó a los españoles sobre la pena de muerte. Y tampoco es cuestión de educación. En algunas situaciones solo queda la ley clara. En asuntos de tabaco, por ejemplo, se emplearon años de campañas para educar y que la gente fumase menos. Lo que no se consiguió con ellas se consiguió con una ley que prohibe fumar en espacios públicos cerrados y en algunos abiertos. Y se cumple. Claro está que, el arte de gobernar consiste en equilibrar educación e imposiciones... Esto lo hacen muy bien los nórdicos.

Gracias otra vez