20 diciembre, 2014

Una lección de comunicación

El Presidente Obama dejó hace unos días para la posteridad, además de una decisión histórica sobre cuba, una lección de competencia en algo tan básico como la comunicación. Escuchar a Obama dirigirse a la nación sin titubeos, con gesto tranquilo, con movimientos naturales de las manos, entonando y vocalizando cada frase, enfatizando en los contenidos clave, con lenguaje llano, entendible hasta para los niños que lo estuviesen siguiendo... En verdad, me hizo sentir que vivimos en un país de segunda o tercera fila. Resumen del discurso con subtítulos en español.

Al escuchar a Obama, casi de inmediato, empecé a pensar en Rajoy, pero también en Zapatero y en Aznar, y sentí un vacío que no puedo describir con palabras. Salvo Suarez y González durante la transición, los presidentes españoles resultaron ser unos auténticos zoquetes en lo que se refiere a su capacidad comunicación. Rajoy es nefasto, horrible. Sus discursos son infumables, como lo eran los de Zapatero, o los de Aznar. Carentes de empatía, llenos de palabras huecas, poco claros, con ese desagradable siseo, faltos de estructura... Por qué pasa esto. ¿Es tan difícil comunicar de manera clara? No, la respuesta es no. Comunicar bien es fácil. Y si no se hace es sencillamente porque se intenta engañar al destinatario, o porque no se tiene nada que decir realmente.

Pero no solo pensé en el Presidente. Hice un repaso por los líderes de la oposición, por los portavoces en la cámara y encontré el mismo vacío. Acaban de nombrar portavoz del PP a Hernando. Un tipo con entonación de chulo (no es él solo, hay muchos casos de entonación chulesca en la política española) que deja ver a las claras qué va a pasar en los futuros debates parlamentarios. El portavoz del PSOE, o el mismo Pedro Sánchez son mediocres, siendo magnánimo, cuando hablan; el portavoz de Izquierda Plural es desastroso; Duran, tiene días buenos, pero por lo general está desacertado. El parlamento en general es un desierto en este aspecto tan esencial.

Me pregunto cuál puede ser la causa de esta sequía y solo se me ocurre una. La clase política tiene la percepción de que solo importa el partido. No sé por qué al final siempre llego a esto, pero es que no hay otra razón, o yo, al menos, no la encuentro. Un aspirante a diputado no tiene que batirse el cobre ante los electores porque va en una lista confeccionada por el partido. Ni siquiera los más importantes tienen que comunicar bien. Los electores españoles no sabemos lo que es que se dirijan a nosotros en nuestra circunscripción para pedir nuestro voto, nos lo dan todo hecho. Esta es la única causa de la baja calidad de la clase política española, y mientras no se ataque seriamente vamos a seguir igual. Una pena. Claro, que siempre nos quedará gente como Obama.

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