26 octubre, 2014

La lectura de la EPA, España, Asturias...

Hace ya muchos años, cuando iniciaba mi vida profesional, analizábamos un problema técnico y no encontrábamos una solución definitiva. Éramos un buen equipo y tratábamos de mirarlo desde todos los ángulos. El problema..., el problema... Estábamos tan obsesionados y centrados en él que no veíamos otra cosa. Hasta que alguien propuso cambiar el punto de vista, ampliar el ángulo, ver los datos globales, ampliar el campo de análisis al conjunto del proceso. Todo cambió a partir de aquel momento. El «problema», aparentemente sin solución era la consecuencia de un proceso general mal diseñado; y no lo habíamos visto por tener un foco demasiado estrecho. Así que recompusimos el proceso y todo empezó a mejorar. Costó trabajo pero fue definitivo.

Cuando leí la EPA de este último trimestre y escuché las declaraciones de propios y extraños al respecto, me dio la impresión de que el foco era demasiado estrecho. El paro no es el problema; el paro únicamente es la consecuencia de un proceso general viciado. El fallo del proceso en España es que la población ocupada es muy poca para mantener nuestro estatus. En España solo trabaja el 59,5 % de la población en edad de hacerlo (entre 16 y 64) . Y con esa tasa de actividad, o ofreces algo de alto valor, o estás condenado a ser eternamente pobre. España no generó nunca una actividad sólida; y la construcción no es actividad sólida, como se ha podido comprobar.

Cada vez que sale la Encuesta de Población Activa, los agentes sociales, los políticos y los medios se disponen de inmediato a hacer comentarios. Algunos son francamente prescindibles, otros acertados y otros imprescindibles por constituir un modelo de chorrada... En fin, que todo hijo de vecino tiene algo que decir. En esta última ocasión la cosa pintó bien, al parecer, porque se redujo la tasa de desempleo, que es, según gobierno, oposición, sindicatos y patronal nuestro mayor problema. El dato fue positivo. Sin embargo, como alguien tiene que poner el contrapunto, un sindicalista, en Asturias, dijo que sí, que muy bien, que había bajado el paro, pero que Asturias era la comunidad con la menor tasa de actividad, lo cual por otra parte es verdad. Con ello este hombre quería restar méritos al Gobierno del Principado, que, naturalmente se mostraba satisfecho porque en la región, «gracias a sus acciones», se había creado empleo... Y un rábano. El sindicalista tiene razón en fijarse en la tasa de actividad, porque el problema de España no es el paro es la falta de actividad.

Pongamos claros un par de conceptos: Población Activa es toda aquella comprendida entre 16 y 64 años y que, o trabaja, o está en paro, es decir, la población que ofrece su fuerza de trabajo al mercado laboral; Población Inactiva es la de la misma horquilla de edad pero que no está disponible para el mercado, por ejemplo estudiantes, amas de casa, vagos vocacionales o ricos de cuna o por matrimonio que no tienen interés en este asunto; y Tasa de Actividad es el cociente de dividir la población activa entre la población total entre 16 y 64, o sea, activos más inactivos. El resto de la población, es decir, los menores de 16 y los mayores de 64, no cuentan para este enredo. Pues vale. Ya está definido todo. Ahora vamos a analizar las cosas.

Siempre según la última EPA, España tiene una tasa de paro del 23,7 %. La tasa de paro se calcula dividiendo el número de parados entre el total de población activa (parados + no parados), pero no tiene en cuenta a la población inactiva. Asturias tiene un 20,0 % de paro, lo cual indica que, aparentemente aquí las cosas están mejor. Pero no, nada de eso, porque, si escarbamos en los datos, encontramos que la tasa de actividad de Asturias, 52 %, es la más baja de España, un 7% inferior a la media nacional. La cosa da vértigo, porque esto indica que en Asturias un 52 % de la población en edad de trabajar tiene que mantener al otro 48 %, y además, a los niños y a los jubilados. Y para rematar, de ese 52 %, el 20 % está en paro. Es decir, que en Asturias solo están ocupados el 42 % de los efectivos disponibles para el trabajo. Y estos tienen que mantener al otro 68 % (parados + inactivos), además de a menores de 16 y mayores de 64. Qué me diga alguien que estoy equivocado y que el problema no tiene más enjundia que la simple reducción del paro.

Mientras no miremos este asunto de manera global vamos a ir mal. España no solo necesita rebajar la tasa de paro, debe aumentar la de ocupación. Y, volviendo a Asturias, no se puede decir que no hubo oportunidades de mejorar. Aquí llegaron 20.000 millones de euros en forma de maná de apetitosos fondos mineros. Con este montante, todos los actores que debían ocuparse de darles buen uso, consiguieron que se evaporasen sin que Asturias avanzase ni un ápice en veinticinco años. Y el problema es extensible, en mayor o menor medida a todo el territorio español, véase el caso de los ERE o del PER en Andalucía, el crecimiento exponencial de todo el Levante basado únicamente en el ladrillo... Y miles de cosas más, aunque ninguna en la dirección de crear un modelo productivo sólido. Lo que nos lleva a lo de siempre: salvando unas pocas excepciones, la pobre España sigue comandada por una pila de golfos apandadores que este sufrido pueblo no merece.

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