13 enero, 2014

Disturbios por falta de sensibilidad

Debería de exigirse un examen para ser cargo político. Un test simple que determinara el grado de sensibilidad del individuo que quiere dedicarse a lo que se le suele llamar "servicio público", pero que en realidad es una exaltación del ego particular de la persona en cuestión y del partido al que representa (los partidos también tienen ego, es curioso). Todo aquel que no pasara la prueba no podría dedicarse a servir a la comunidad; quedaría inhabilitado de manera preventiva. De este modo se evitarían cosas como la de Burgos estos días, con desordenes en las calles de los que se culpa a "radicales itinerantes" (manda huevos).

Preferí no informarme más que mínimamente de la historia del conflicto para no perder el foco de la causa, a mi entender, del problema: la insensibilidad de los políticos y de los partidos ante las necesidades reales de la sociedad, contrapuestas, por lo general, a lo que ellos opinan. Y no me informé demasiado porque el exceso intoxica. Para mi la cosa es así de simple y así de seria, además de fuertemente contagiosa. Veamos...

A Burgos, como a todas partes llega la crisis y cambia las cosas: aumenta el paro, disminuye el salario... La gente, por fuerza, tiene que retraer el gasto; la de clase media y baja, la que paga toda la fiesta de cajas rescatadas y primas de riesgo... Y a esta gente que las pasa de a kilo, llega el ayuntamiento y les dice que les van a hacer un fantástico bulevar que les va a quitar un montón de plazas de aparcamiento pero que va a quedar muy bonito. Además, les van a hacer un aparcamiento subterráneo que compense la pérdida de plazas. Podrán comprar una plaza por tan solo 20.000 € y hacer uso de ella durante 40 años, algo menos de 1,50 €/día... Un regalo, vamos.

Como la gente no es tonta, dice que no hay trato, que están muy bien como están, que se gasten los millones de euros que cuesta la orgía en otras cosas más necesarias. Los vecinos no se fían de los políticos, sienten que hay gato encerrado. El interés por la obra seguro que es por algo oscuro: comisiones, favores personales, corrupción... El personal está escaldado y, normal, la chispa salta y empiezan las manifestaciones, primero pacíficas, pero después violentas por la aparición de "elementos radicales itinerantes", o sea, jóvenes antisistema que están a eso, a montar la bronca... Claro que la bronca se monta porque ya había un germen del que los insensibles políticos burgaleses no hicieron caso: la insatisfacción vecinal, el cabreo y las manifestaciones previas.

El test para determinar si se tiene una sensibilidad mínima evitaría este tipo de cosas. Porque, ahora, lo que va a pasar es que la culpa va a ser de los vecinos y de la radicalización y que, por los "huevos" del alcalde, la obra se va a hacer... Pues cuidado con los "huevos" porque la gente está nerviosa. Hace poco en Zamora hubo algo parecido con un aparcamiento y una "bulevarización". Aquí la alcaldesa, se libró, la gente no saltó... Pero estas cosas son contagiosas y la clase sustentadora (media baja) está harta, o más. Los políticos, o lo que sea que tenemos, deberían tener más cuidado y ser algo más humildes y saber dar para atrás cuando meten la pata, como en este caso.

2 comentarios:

Cani dijo...

Luego sale un representante de nuestro preclaro gobierno a decir que esto es lo que demuestra la necesidad de la reforma de la ley sobre seguridad ciudadana.¡Pa vomitar!

Anónimo dijo...

Es evidente que los políticos tienen una realidad disociada a la población general. Además no tienen pudor alguno en hacer las cosas que proponen por más que todos los vecinos se opongan. Ni siquiera parecen haberse dado cuenta que cada vez la gente está más necesitada y en mayor número, con lo que obras millonarias que no reporten más que nuevas cargas económicas a los marginados y los pocos que ya quedan de clase media son mal aceptadas cuando no repudiadas. Después los gobernantes, ante las protestas vecinales, se inventan elementos antisistema para justificar cargas antidisturbios contra personas indignadas por obras innecesarias ideadas por políticos que han sido desleales a las necesidades reales de la población. ¡Que tipología de políticos hemos permitido crear en estos últimos treinta años! Desde luego, la peor y la más aborregada. A. Sierra.