12 abril, 2013

La impotencia de los engañados

Ayer en el Congreso el presidente, con esa voz desganada y carente de tono, mandó desalojar a la gente que desde la tribuna increpó a los diputados por el asunto de las preferentes. Claro, en el hemiciclo hay que mantener un orden, oiga. Pobre gente gritaba por sus ahorros perdidos en la gran estafa llevada a cabo por las Cajas de Ahorros, la banca controlada por los partidos políticos, sindicatos, etc. Gritaban de impotencia. Llamaban ladrones y sinvergüenzas a unos cuantos diputados y a una amplia mayoría de  escaños vacíos. Una lastimosa imagen de la dignidad personal y profesional de los teóricos representantes de los ciudadanos. Aquí puede verse. Qué lástima de gente, pobres... Pero qué pena de parlamento: mayoría absoluta de escaños vacíos... Qué vergüenza.

Los sucesivos gobiernos autonómicos y centrales permitieron prácticas delictivas de las Cajas. La estafa es un delito y consiste en engañar a alguien vendiéndole un producto que no es tal, o incitándole a comprar algo sin informarle de los riesgos reales que tiene. Las cajas estaban manejadas principalmente por el PP, mayoritario en las Comunidades Autónomas, pero también por el PSOE, IU, Sindicatos, Ayuntamientos, etc... Por qué nadie impidió tal macroestafa. Por qué el Banco de España, en manos del gobierno central no cortó de raíz esto. Solo cabe pensar una cosa: porque todos estaban compinchados para sacar el dinero a los pobres incautos e ignorantes.

Hoy sabemos que el expresidente de Navarra llegaba a cobrar hasta 5.000 € por un día de asistencia al consejo de Caja Navarra. Él dice que no hizo nada ilegal (será caradura). Fue recibido e increpado a la puerta de la audiencia adonde acudió a prestar declaración como imputado. No hay otra forma. ¿Cómo puede la gente hacer oír su voz y canalizar su disconformidad con lo que está pasando? No hay canales. Las iniciativas populares, como la de la PAH son ninguneadas en el parlamento; los partidos políticos no son sensibles a los problemas de la gente, o al menos no parecen hacer nada por solucionarlos. Por eso a los ciudadanos afectados por la desgracia, la estafa, el paro, los desahucios o las preferentes no les queda otra cosa que la protesta  en rebeldía: acoso a los políticos dónde sea: en su casa, en la sede de su partido o en el parlamento.

Sin embargo, los actos de protesta son reprimidos con la fuerza de la ley: multas, expulsiones, alejamientos, blindaje de sedes de partidos o del parlamento. Se pretende con estas acciones cerrar la boca a los ciudadanos, no dejar decir para no tener que oír y, así, los problemas no oídos no existen. Esta es la actitud de la política hacia los ciudadanos. Es verdad que muchos políticos a nivel individual piensan y sienten que la razón está de la parte de quien protesta. Bien. Pues que lo digan alto y claro todos los que así lo estimen y que se rebelen contra sus propios partidos y exijan que se legisle para el ciudadano, no para quien ya lo tiene todo.


1 comentario:

Anónimo dijo...

Ojalá solo quede en rebeldía porque temo un estallido social. Mantener sus privilegios es lo único que les preocupa a los políticos, banqueros, presidente del Banco de España (para colgar al Sr. Fernández Ordoñez) y los lobbies financieros. Una buena exposición de realidad actual. A. Sierra