30 agosto, 2012

El policía y el psicópata

Ahora ya podemos titular así el folletín. Ahora ya tenemos servido el menú para que media España chusca pase de pensar en llegar a fin de mes a darle vueltas a un caso más de tremendismo novelesco. Todos los ingredientes están servidos en bandeja de plata, expuestos a todos de manera oficial por el comisario responsable de la investigación en un programa de marujas y alienados de esos que ponen en Telecinco.

Solo falta ahora que salgan a la palestra a contestar las inteligentes preguntas del presentador o la presentadora de turno el juez que instruye el caso, el abogado del acusado, la madre de los niños y el propio acusado y que se enzarcen en una discusión en el plató con insultos y esas cosas que tanto gustan a esos millones de catetos capaces de ver este tipo de programas. Sí. estoy llamando catetos a unos cuantos millones de conciudadanos anónimos, que pagan impuestos igual que todo el mundo pero que son lo primeros responsables de que exista este tipo de televisión al legitimarla con la audiencia.

La imagen de este hombre era realmente patética: sentado, uniformado con camisa blanca con las estrellas en las hombreras, con su aspecto normal, eso sí con ojillos inteligentes, contestando a preguntas estúpidas de media docena de necios y necias sobre detalles escabrosos de la personalidad del supuesto asesino... Digo bien, imagen patética. Pero lo curioso del caso es que el tipo, en lugar de sentirse como en una violación, no parecía estar tragando ningún sapo, parecía estar disfrutando del interrogatorio. Van a tener razón los psiquiatras, no hay nada que nos guste más que hablar de nosotros mismos y largar sobre los demás. Aquí hay 3 minutos de muestra. ¿Qué puede pensarse ahora de la policía?

Me pregunto si esto es un precedente o si es una excepción. ¿Vamos a ver ahora a mandos de la Guardia Civil y de la Policía en los platós? Porque, si es así, habrá que tentarse la ropa, puesto que esto significará que las investigaciones y las diligencias, teóricamente secretas, van a ser aireadas y expuestas a información pública. Será como en los autos sacramentales de la inquisición: se pone a un acusado en el estrado, a un par de policías ofreciendo detalles, a unos cuantos tertulianos haciendo comentarios incisivos y a un presentador que asume el papel de moderar la escena y listo. Una hora más tarde el público vota a través de sus móviles sobre si se electrocuta o no al reo.

Por favor... Un poco de cordura. Digo muy a menudo que los políticos no deben ocupar determinados cargos, y digo bien. A ningún profesional se le hubiera ni pasado por la cabeza enviar a un comisario de policía a un plató de televisión basura. Solo a un político estúpido con mando sobre personal policial se le puede haber ocurrido una cosa así. La policía concede entrevistas e informa, pero de otra manera, hombre. Este comisario no fue a Telecinco porque quiso: se lo ordenaron.

No hay excusa para llevar al público estas cosas. Se trata de algo muy serio: unos pobres niños supuestamente asesinados y quemados por su padre... Que si los huesos, que si los dientes, que si la temperatura de la hoguera, que si ya estaban muertos o no cuando los quemaron... POR FAVOR, QUÉ ES ESTO. No hay derecho a hacer exposición pública de este tipo de hechos. Es inaceptable.

Debe saberse qué parte de la cadena de mando envió al comisario a la televisión a hacer el ridículo de esa manera. Y quien haya sido debe ser cesado fulminantemente. Ese país tiene que seguir siendo serio en algunas cosas.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Puesto a ser sarcástico Sr. Arribas, es Vd. genial. Desconocía este hecho pero me fuí a visionar el enlace que dejó en el post y reconozco que no le falta ni una coma o punto de razón. A su post, por tanto, no le falta razón en nada. Lo suscribo totalmente. Por eso me alegra tanto abrir internet y leer su página de vez en cuando, ya que con ello consigo, como es el caso de hoy, de comprobar lo bien que estiliza los modos y maneras de los personajes de esta España tan peculiar nuestra. ¡Enhorabuena! Alberto García Sierra.