17 mayo, 2012

Asnos y políticos

El asno, el burro, es un animal cuya población está en recesión, como nuestra economía. El asno tiene fama de ser un animal terco y tozudo. Sin embargo se dice de él que nunca tropieza dos veces en la misma piedra, cosa que le hace una bestia fiable en el trabajo de carga y transporte por caminos difíciles. Además tampoco come mucho y se conforma con un alojamiento sencillo: un poco de paja en el suelo le basta.

El asno es un animal que no sabe estar en sociedad. Cuando hay varios burros juntos, ni se miran. Rebuznan de manera contagiosa y concomitante, como si bostezasen y lo hacen en un tono altísimo que no permite oír más que el propio sonido sin importar el rebuzno ajeno. No saben trabajar en grupo: jamás he visto un carro tirado por más de uno. Cuando un asno no puede más se para y no hay quién lo haga arrancar. Da igual que le hables, que le grites, que le azotes o que le des puntapiés en los cuartos traseros, él no se mueve.

El político es una subespecie parásita de Homo sapiens, Homo sapiens vampyrus, de muy parecido comportamiento al del asno. Su población no disminuye, pero su consideración social está en franca caída, igual que nuestra economía. Como el asno, tiene fama de ser terco y tozudo, pero al contrario que éste tiene el defecto de tropezar infinidad de veces en la misma piedra. Esto hace que sea muy poco adaptado al trabajo de hacer cosas por los demás. Sin embargo sí es fiable haciendo trabajos para sí mismo.

Al contrario que el pollino, el político trabaja bien en equipo, pero sólo con los de su manada. Su naturaleza de mente estrecha hace que se comporte como si los de otros grupos no fueran sus congéneres. Dos manadas de diferente adscripción de esta subespecie son incapaces de entenderse para compartir un territorio o alimentos para sobrevivir. Si la otra manada desaparece, mejor, más forraje para los que quedan.

Su cerebro deformado por la evolución y la endogamia es incapaz de distinguir lo correcto de lo que no lo es. Tan solo procesa aquello que es bueno para él y su grupo. Lo que es bueno para todos no importa, especialmente si lo hacen los de otra comunidad. Porque, aunque el trabajo del Homo sapiens vampyrus era organizar las sociedades de la especie madre, con el paso de las generaciones, se fue realizando una selección de individuos en cuyos genes está inhibida esta faceta.

También necesitan más comodidades que los jumentos: coches oficiales, hoteles y aviones, buena ropa y aparatos electrónicos de última generación. Para ello organizan las cosas para que el resto de los Homo sapiens trabajen para su manutención. Esa parte de la inteligencia es la que tienen más desarrollada. Lo consiguen mediante rebuznos bien entonados que enfervorizan a a sus primos sapiens, que son capaces incluso de matarse entre ellos por las soflamas de grupos enfrentados de sapiens vampyrus.

Otra característica de esta subespecie, la mas notoria, y que fue acentuándose en las últimas generaciones, es que solo son capaces de llegar a pactos entre manadas si el interés de ambas lo requiere. Nada importa el interés de las sociedades a las que organizan y que representan. Este rasgo hace que los Homo sapiens normales lleguen a sufrir recortes de derechos e incluso hambre sin que al político le preocupe lo más mínimo, pues el vampyrus está insensibilizado ante este hecho.

Al igual que el asno, el político emite sonidos guturales, muchas veces sin sentido, cuyo objetivo es inhibir el mensaje de un competidor. Cuando el político emite su rebuzno característico su oído selectivo solo le permite escuchar su propio mensaje. Esta particularidad es clave para explicar la incapacidad de entendimiento con los de otro grupo, y a veces, con los de su misma manada.

1 comentario:

Anónimo dijo...

¡Genial!
Si George Orwell lo pudiese leer, estaría orgulloso de tener un continuador tan excelso de su obra "rebelión en la granja".
A. SI