24 abril, 2011

Niemeyer vs. Mittal

Pido perdón por adelantado porque este blog tiene como cometido expresar mis opiniones generales sobre asuntos políticos, sociales o generales. No para denunciar nada concreto.

Vivo en una ciudad preciosa de la costa norte de España. Se llama Avilés y lleva puesta en este sitio más de mil años, así que su historia es larga y complicada. Su casco histórico es espectacular y se come de maravilla. Merece la pena visitarla.

Pero voy a dejar atrás nueve siglos y medio y hablar un poco del Avilés de los últimos cincuenta o sesenta años.

A finales de los cincuenta del siglo pasado llegó la gran industria pesada, una siderúrgica enorme que dio trabajo a media ciudad y a unos cuantos miles de inmigrantes que llegaron a iniciar su vida aquí. La cosa funcionó durante unos veinte años, hasta que vino la crisis del sector en todo el mundo. Era la época de Franco y aquí se negó tal crisis, pero al final no quedó más remedio que aceptarlo y el marrón de la reconversión quedó para los gobernantes democráticos que sucedieron al dictador.

Tras muchos años de ajustes, privatizaciones, cierres de instalaciones y pactos empresariales la antigua empresa se convierte en un apéndice del imperio de Mittal. Y resulta que de todo lo que aún funciona en la macrofábrica, lo más rentable es lo más antiguo y lo más sucio: las baterías de coque.

En paralelo Avilés trabaja para labrar su futuro y consigue que se coloque aquí el Centro cultural Oscar Niemeyer. Era el justo pago a más de medio siglo de sufrimiento en forma de humos, malos olores y suciedad.

Ahora el centro Niemeyer, blanco e inmaculado como un Pegaso de alas curvas, funciona y miles de personas lo visitan. Pero las baterías de coque de Mittal también funcionan, y a pleno rendimiento escupiendo veneno por sus viejas bocas negras, como un Leviatán dispuesto a ensuciarlo todo con sus malolientes excreciones. La lucha está servida.


Las baterías llevan las de ganar. El blanco de la cúpula y del auditorio, es cuestión de tiempo que se transformen en el gris negruzco del polvo de carbón.



 Sin embargo, esta ciudad se merece el triunfo del Niemeyer. Las baterías deben hacerse desaparecer. Los sindicatos tienen que entender que la apuesta debe ser otra que la de conservar puestos de trabajo a cualquier precio porque ese cualquier precio puede ser muy alto: el fracaso de la apuesta cultural y de futuro de toda una ciudad.

La cultura dará a Avilés proyección nacional e internacional; hará que se creen alrededor de todo ello nuevas empresas que crearán riqueza y serán limpias; cambiará la percepción que de Avilés se tiene en todas partes, e incluso la propia empresa Arcelor puede verse beneficiada si encabeza una transformación y acomete un traslado rápido de las baterías en favor de un área limpia que embellezca aún más las formas blancas y redondeadas creadas por el genial arquitecto brasileño.

El problema será encontrar el mirlo blanco dispuesto a liderar la transformación social, cultural e industrial que se requiere. Necesitamos políticos de talla que consideren más importante el futuro que el presente; que estén dispuestos a dejarse la piel por la ciudad en lugar de quemarse por su partido, y que tengan altura de miras en vez de perderse en riñas de gatos estériles con sus adversarios sobre estupideces sin importancia. Lo malo es que esa raza de políticos no existe en España.

Por todo ello quiero dejar escrita esta reflexión. Aquí hay una gran oportunidad. Solo  hace falta tomarla entre las manos y trabajar para darle la forma adecuada... A por ella, Avilés.

1 comentario:

jmvioleta dijo...

Valiente y decidida opinión. No está hecha desde el mundo de la cultura, es la opinión de un hijo de un ex-empleado especialista de la vieja Ensidesa, del sector industrial; en contra de la opinión conservadora de mantener lo que hay de la industria a cualquier precio, apuesta por el futuro y no voy a ser yo quien le contradiga; es una opinión para hacer pública en los medios para generar un debate, el del futuro de la Villa,y la opinión de Arribas marca un camino, polémico, pero muy interesante, como lo son sus aseveraciones sobre los políticos actuales.