22 abril, 2011

Flujos migratorios

Los movimientos humanos de una zona geográfica a otra obedecen a reglas muy simples, que tienen que ver por lo general con las necesidades primarias: comida, cobijo, seguridad.

Igual que el flujo migratorio de los animales,  los seres humanos tienden a moverse cuando la presión en el lugar donde viven se hace insoportable. Como  las golondrinas, que  al llegar el frío y faltarles comida deciden reunirse y emprender viaje, los habitantes de un lugar inseguro, o son escasez de alimentos, se congregan en grupos para viajar: pateras, cayucos, balsas…

Estos movimientos son imparables porque están motivados por las necesidades más elementales. Da igual que los italianos protesten por la llegada de libios o que los españoles se echen las manos a la cabeza por la cantidad de magrebíes o de subsaharianos que arriban a las playas andaluzas o canarias. Cuando una población pasa hambre o tiene su vida en riesgo permanente tiende a emigrar a sitios donde haya menos escasez y menos inseguridad.

Las zonas receptoras (Europa, USA) se desequilibran porque los que llegan vienen tras un modelo de sociedad que les garantice un mínimo de comida y cobijo. Conseguir un par de euros o de dólares para comprar algo de comida no es difícil; y conseguir alguna tarea mal pagada para malvivir tampoco. Todo ello es mejor que el hambre y la incertidumbre por la vida que hay allá de donde vienen.

Las personas que emigran están dispuestas a hacer lo que sea, incluso perdiendo parte de su dignidad, porque saben que es cuestión de tiempo recuperarla. En un par de generaciones ya no recordarán sus orígenes y harán suyo nuestro modo de vida. Tendrán negocios y empresas y pagarán sus impuestos.

Europa y USA pueden soportar la presión migratoria hasta un límite, aún desconocido pero que está ahí, y cuando se llegue a él posiblemente empiecen a surgir problemas serios de índole social (rechazo, fobia, violencia…) que, por el momento, solo anidan en los grupos radicales de extrema derecha.

Los resultados electorales de Finlandia de estos días, el crecimiento del partido de Le Pen en Francia o la buena acogida social de ideas neonazis en Austria, y otros países europeos, y en USA tienen que hacernos pensar en este fenómeno y reaccionar para detener las migraciones. Pero no con muros ni alambradas: cada persona tiene derecho a moverse cómo, cuándo y adónde quiera, sino con la creación de oportunidades para todos.

Casi nadie desea marcharse de la tierra en que nació. Pero la política de acopio de riqueza de una parte del mundo en detrimento de la otra parte obliga al éxodo. Por eso debemos cambiar al sistema de intercambio y comercio para permitir que todos vivamos dignamente. O eso, o con el tiempo todos estaremos en esta parte y a ver que hacemos.

Naturalmente que siempre habrá sociedades más ricas y más pobres pero, estas últimas, no deben serlo tanto que la existencia con cierta dignidad resulte imposible

1 comentario:

jmvioleta dijo...

Parece de evidente sentido común el análisis básico de la emigración, y aún mas debería serlo el hecho del reparto de la riqueza aunque solo fuese por cierto egoismo acomodaticio de los que mas tenemos.Me pregunto si este problema no tiene solución porque no queremos los humanos solucionarlo preferentemente o en realidad es un problema de muy dificil solución.Es mas, parece , hasta este momento de nuestra historia reciente, IMPOSIBLE de solucionar.